Valor y Libertad, dos palabras mágicas.


Las palabras son misteriosas, son como un resorte que está inactivo y que contiene energía latente que se libera cuando es accionado.
Como dijo una madre, somos como una planta que va siendo alimentada por el aporte que cada uno va haciendo de cosas que jamás hubiera dicho en otras circunstancias o a otros oídos.
Entre tantas palabras bien dichas y oídas, hubo dos que nos resultaron mágicas: "valor" y "libertad"; no, por no haberlas escuchado antes, sino por el significado que tienen ahora, al liberar la energía secreta que contienen.
Valor, que da un sentido a la vida de nuestros hijos, bajo una circunstancia, que durante su vida terrenal, no se lo dimos tan abarcador como ahora en su estado de latencia potencial.
Libertad, como el momento en el cual nos damos cuenta que la energía que generó esa circunstancia, nos enfrenta a decidir qué hacer con nuestras vidas.
Un obstáculo en el camino, es para unos un escalón, para otros un abismo; sólo cuando es escalón nos permite descubrir nuevos horizontes y es, en ese instante, que, por ser escalón, adquiere valor.
La libertad de decidir sobre nuestra vida se había opacado, oculta como la energía en el resorte; vivíamos absorbidos por las necesidades materiales, unas reales, otras inventadas, para sujetarnos a los intereses de la publicidad, en una cultura espacial basada en las necesidades físicas y coloreada por los deseos materiales.
Ahora, a partir de que hemos sentido poseer la capacidad para decidir que es lo que queremos hacer de nuestras vidas, es que podemos sentirnos dueños de esa vida y construir un proyecto de futuro lleno de esperanza, de esa esperanza que creímos haber perdido en un instante al partir a nuestros hijos.
Libertad para decidir; libertad para decir; libertad para sustraerse de los deseos materiales, no de todos por cierto; libertad para disfrutar de lo elegido; libertad de compartir...
Ese es el nuevo concepto de vida que nos ayuda a ir descubriendo, en nuestro interior, la fuerza vital que mantuvo vivo a Frankl, que según Daisaku Ikeda es "nuestro sostén interior y la manifestación de un poderoso flujo vital".
Dice Daisaku Ikeda en su libro “La Vida un Enigma”:
"El doctor Viktor E. Frankl, profesor de neurología de la Universidad de Viena, fue uno de los muchos judíos arrojados por los nazis en el campo de concentración de Auschwitz. Más tarde, el doctor Frankl escribió un libro en el que hacía la siguiente declaración:
‘Cualquiera que fuese incapaz de creer en su propio futuro estaba destinado a la destrucción.
En ese campamento, si le faltaba un futuro no tenía nada a qué asirse y se derrumbaba por dentro, hundiéndose más y más, tanto física como espiritualmen­te.'
Sin duda, la confianza que el doctor Frankl sentía en el futuro fue lo que le permitió sobrevivir, pues las esperanzas, los sueños, la fe y un sentido de la propia misión son fuerzas que nos permiten abrir nuestro futuro.”
Según sea el valor que demos a nuestros hijos, será nuestra libertad para vivir plenamente en el futuro.
O, dicho de otra manera, según sea nuestra libertad para vivir plenamente en el futuro, será el valor que demos a nuestros hijos.
Sólo podríamos agregar a esto una palabra también mágica: ¡gracias!
Gracias a nuestros hijos por mostrarnos un camino y gracias a Nicolás que inspiró a sus padres para iluminar ese camino.

Ulises, Ana y Enrique

De Renacer Congreso – Montevideo, Uruguay

“Por la Esencia de Renacer”

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